El Blackjack o 21, como se conoce también, es uno de los juegos de cartas con más glamour de los que pueden jugarse siendo a la vez sofisticado y simple consistente en conseguir veintiún puntos, sin pasarse, contando con cartas de la baraja francesa que pesan por su valor excepto las figuras, rey, reina y jota que valen 10, y el as que tiene la peculiaridad de valer 1 u 11 según convenga. Se juega contra la banca, intentando obtener mayor puntuación que aquella sin sobrepasar el límite de esos 21 puntos.
Al tratarse de un cara a cara con el banquero y usarse más de una baraja, del mazo resultante suele eliminarse la primera carta, quizá cuenta más la estrategia que las probabilidades, ya que éstas se elevan sobre manera. Respecto a las estrategias ya hablaremos tratando ahora de contemplar el juego en cuanto a sus bases iniciales.
El «blackjack» se da cuando las dos primeras cartas repartidas, a tí o al banquero o a ambos, son ases o cartas de valor 10 (el propio 10, rey, reina, jota). En este caso gana el blackjack automáticamente salvo que el rival también haya obtenido un resultado igual, en cuyo caso se da un empate o push. Habitualmente esta jugada se paga mejor que el resto (3 a 2).
Otra de las opciones iniciales consiste en «doblarse» o doblar tu apuesta una vez repartidas las dos primeras cartas, generalmente no puede hacerse con cualquier naipe sino únicamente si son 9 ó superior. No obstante, cuando estas dos primeras cartas son iguales («pares«) entonces podemos partirlos y, apostando igual cantidad a la realizada en un principio, jugar dos manos.
En general, estas son las posiciones iniciales para empezar a jugar aunque las variantes que pueden darse son muchas dependiendo de los lugares o casinos.
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