El corte de octavos de final de la máxima competición europea de fútbol se ha llevado por delante a los equipos que arrastran algún fantasma o estaban predispuestos a sufrir unas maldiciones que empiezan a ser casi costumbre. Como la de que el campeón tiene muy difícil, ya es imposible, repetir título. El Barcelona aderezó el presagio con su fútbol tambaleante y falto de empaque en las citas importantes.
A su lado se sitúa el Arsenal que parecía pensar aún en la final perdida en París ante los azulgrana, tampoco viene siendo habitual que el finalista repita ocasión con el precedente del Valencia no obstante. Éste supo jugarle bien a un Inter que en la mejor temporada de su historia, en cuanto a resultados que es lo que prima en Italia, no va a tener premio en Europa.
Dos pequeños grandes clubes escenificaron en Múnich que tuvieron suerte de enfrentarse entre sí ya que por lo menos uno de ellos se salva de la quema, de otra manera los dos hubieran caído gracias a su mediocridad y a que ninguno de ellos ha afrontado con valentía que sus mejores tiempos han pasado. Y adiós también al Olympique con su buen fútbol, todavía no hay heredero para el otro olímpico marsellés.
En la historia del fútbol hay tendencias muy difíciles de cambiar y muchos fantasmas resistentes a abandonar la escena o los armarios.