El Madrid de Capello ha perdido las señas de identidad, si es que alguna vez las tuvo. La presunta fiabilidad defensiva se ha disuelto como un azucarillo mientras la tradicional eficacia de los madridistas brilla por su ausencia básicamente porque no llegan al área rival.
El club, en casi todos sus estamentos, está en una crisis que se adivina como permanente y que tiene un reflejo claro en unos jugadores indolentes y desaparecidos dirigidos por un entrenador despistado que no es sombra de lo que fue o de lo que se pretendía que fuera.
Por tanto, y como equipo sobre el que apostar, se configura como un valor no seguro sino más bien lo contrario. Su próxima cita es en Copa ante el Betis, cuyo nuevo míster Luis Fernández piensa más en la Liga, con lo que vaya usted a saber.
Quizá sea el momento de huir del club blanco como factor de apuesta esperando tiempos mejores. Aunque ya se sabe que a río revuelto ganancia de apostadores.
