El gasto de los andaluces en juegos de azar ha aumentado un 42,9% desde 1998 a 2006 según los datos publicados por la Consejería de Gobernación en su informe anual sobre el juego privado en Andalucía. Este estudio muestra que un andaluz ha gastado de media 318,34 euros en máquinas tragaperras, casinos y bingos en 2006, un incremento considerable, casi un 30%, respecto a los 246 euros por persona de 1998.
El gasto por persona se ha incrementado pese a que la oferta de juegos se mantiene.
El gran crecimiento producido en el gasto en juegos de azar no se ha visto acompañado de un aumento similar en máquinas tragaperras y salas de juego o casinos. Las máquinas tragaperras, a las que el informe denomina como máquinas B, han aumentado en número sólo un 19,7%, de 32.806 máquinas en 1999 a las 39.264. En cambio, el número de bingos en la comunidad ha decrecido desde los 79 a los 65 que había al cerrar el año pasado.
Los casinos, en cambio, no han variado en número en todo el periodo a excepción de la apertura del Gran Casino de Aljarafe, en Sevilla, inaugurado en marzo de 2006 y clausurado el pasado 3 de agosto. Tras el cierre del casino sevillano, quedan sólo cuatro casinos en funcionamiento en la comunidad: Bahía de Cádiz y Nuevo San Roque en la provincia de Cádiz, y Nueva Andalucía y Torrequebrada en la de Málaga.
Por provincias, Málaga es la comarca que más gasto ha registrado en Andalucía a lo largo de todo el periodo de estudio, sobrepasando los 680 millones de euros en el 2006. Almería, es la provincia que mayor crecimiento ha tenido en el volumen de gasto, creciendo un 64,2% desde los 130,24 millones de 1998 a los 213,86 millones de euros seis años después.
Tras Almería, han sido Málaga y Sevilla las que más han crecido. Un 54,49% Málaga, con 240,36 millones, y 44,56% Sevilla, con 168,78 millones. Le siguen después Huelva, 43,24%, Granada, 38,44%, Cádiz, 32,03%, Córdoba, 25,84%, y Jaén, 22,56%, que además es la capital que menos ha gastado en juegos de azar en el año pasado, 136,14 millones de euros.
El dinero gastado en máquinas de tipo B, tragaperras, se ha incrementado un 57% desde 1.072,2 millones de euros de 1998 a los 1.362,2 millones millones de 2006. El incremento en el gasto por persona ha sido de un 42,5%, hasta alcanzar 221 euros por persona.
Por provincias, la de Málaga ha sido la que más ha crecido en el gasto en este tipo de máquinas de azar, casi duplicándose desde los algo más de 150 millones de euros gastado en 1996 hasta sobrepasar los 300 millones en 2006. Muy de cerca le sigue Almería, que ha crecido un 90% en gasto. Tras ésta están Huelva y Granada con incrementos de 69% y 49% respectivamente. Jaén de nuevo se presenta como la que menos creciemiento ha registrado en su gasto, 32%, así como la que menos gasto total ha tenido con 126,4 millones.
Los bingos, alejados de la tendencia alcista que han mostrado las tragaperras, han registrado un declive. En los seis años que recoje el informe, han cerrado 14 salas y el gasto en esta área lúdica ha descendido un tímido 2,4%, reduciéndose desde los casi 549 millones de euros de 1998 a los 535 millones y medio de euros en 2006. De igual forma, el gasto medio por andaluz ha sufrido una caída del 11,4% hasta los 67,15 euros por persona del año 2006.
Los casinos, por su parte, son el área lúdica donde el gasto medio por persona es menor, pero es creciente, pasando de 21,5 euros por persona en 1998 a 39,9 euros en 2006. El volumen de gasto en casinos del total de la comunidad en 2006 ha sido de 318,8 millones de euros, lo que supone un incremento de más de 163 millones desde 1998, un aumento del 105%.
Según Juan Luis Suarez, presidente de la asociación Andaluza de Jugadores de Azar rehabilitados, se ha notado un aumento del juego, a pesar de que hay menos bingos y no muchas más máquinas. «El problema radica en que, en Andalucía, cada vez se juega más», afirma.
Esta asociación acoge a todos aquellos jugadores que voluntariamente buscan ayuda, «aunque casi el 90% de los casos lo hace por la presión social o familar» , afirma Suárez. Por eso es fácil que abandonen al poco tiempo.
Suárez compara la dificultad para dejar de fumar con la de rehabilitarse, «por que lo difícil es el abandono mantenido», dice. También se centran en evitar el efecto sustitución de un juego por otro.
Otra dificultad a la que alude el presidente es que la ludopatía es una enfermedad en la que no existe una sustancia tóxica que permita reconocerla por lo que lo primero es conseguir que el jugador reconozca que padece una enfermedad. Luego, en la asociación y con la ayuda de psicólogos y médicos, apuestan por dotar al tratado de responsabilidad, de forma que «cada jugador que llega es director de su propia terapia», afirma el presidente.
Una vez que la atención termina, les recuerdan a los ya ex-jugadores que la federación se nutre de voluntarios, en su mayor parte jugadores rehabilitados.
Vía El País